Tom York

Tras un atentado contra la vida de Jamal, Barry y su familia son devueltos al palacio, en donde a Barry le piden ser quien esté al mando mientras Jamal se recupera de sus heridas. Barry finalmente le confía a Molly que el último deseo de su padre era que se quedara a ayudar a su hermano a dirigir el país. Cuando la nueva esposa de su sobrino es secuestrada por un exuberante grupo de jóvenes que quieren hacerse un nombre entre los protestantes, Barry finalmente se da cuenta de que debe tomar cartas en el asunto. Su éxito dura poco cuando su tío, el general Tariq Al-Fayeed, no honra los términos de negociación y deja un camino de sangre como ejemplo para los protestantes. Entonces, cuando Jamal le confía a Barry que no está listo para ocupar el lugar de su padre, Barry se da cuenta de que ya no puede negar su legado.

Barry se da cuenta de que su tiempo lejos no pudo cambiar la dura verdad de su pasado. Por lo que afronta, de mala gana, las acciones pasadas de su padre para determinar cómo aconsejar a Jamal, que está al frente de situaciones similares. Pero el pueblo no ha olvidado las atrocidades y, con Jamal ahora en el poder, temen regresar a los horrores de la dictadura. Aquellos que lo vivieron quieren olvidarlo, pero los corazones de sus hijos, ahora adultos, arden con fervor. Barry alienta a Jamal a mostrarles que no es un gobernante al que deberían temer, sino uno que ayudará a encontrar soluciones. Por supuesto, el general Fayeed no está de acuerdo y quiere que Jamal gobierne con mano de hierro. Molly comienza a ver la verdadera naturaleza del gobierno, al igual que el miedo y odio que albergan los corazones de la mayoría de la gente, por lo que cada vez se preocupa más por su bienestar y el de sus hijos. Intenta razonar con Barry sobre sus métodos, pero no puede negar que las situaciones complicadas y volátiles no tienen soluciones simples. Barry alienta a Fauzi a distanciarse junto con Samira del levantamiento. En cambio, Fauzi intenta convencer a Barry de unírsele.