Los All Blacks de Nueva Zelanda se enfrentan a los formidables Lions británicos e irlandeses, algo que sucede una vez cada 12 años. Es un partido lleno de golpes que dejará fuera a uno de los veteranos del equipo que deberá pasar pruebas por posible conmoción cerebral. Bajo presión y con el partido en juego, las esperanzas recaerán sobre un inexperto jugador joven, recién salido del instituto.

Los Lions británicos e irlandeses acusan a los All Blacks de jugar sucio contra uno de los líderes más venerados del equipo, Jerome Kaino. Sin embargo, es el juego polémico de otra superestrella de los All Blacks, Sonny Bill Williams, lo que pone en peligro el segundo partido contra los Lions y los implacables seguidores de Nueva Zelanda aúllan en busca de sangre.

En medio del revuelo por los partidos con los Lions, el entrenador Steve Hansen debe elegir equipo para el próximo desafío, el campeonato de rugby con los rivales más feroces del hemisferio sur. Con los archienemigos, Australia en primer lugar, Hansen toma una decisión audaz y llama al joven Damian McKenzie. Es una decisión crítica por las noticias sobre el futuro del segundo capitán Ben Smith.

Con el segundo capitán Ben Smith de año sabático, el jugador estrella Beauden Barrett entrará en esta codiciada posición de liderazgo en un partido contra Argentina, que se jugará en la ciudad natal de Barrett. ¿Será demasiado para los All Blacks y para el mejor jugador de rugby del mundo la formidable melé de Argentina o la presión de ser un héroe en su ciudad natal?

Los All Blacks hacen el saque inicial en el cuarto partido del campeonato de rugby, un partido muy físico contra Sudáfrica. Regresa uno de los jugadores más queridos y por delante queda un calendario muy agotador. Mientras el capitán Kieran Read disfruta del necesario tiempo con la familia, otro All Black se prepara para el viaje a la paternidad.

El legado de los All Blacks está en juego en una temporada en la que el equipo ha tenido que esforzarse más que nunca. A medida que el campeonato de rugby llega a su fin, los All Blacks deben estar a la altura para llevarse a casa el trofeo, defender su nación y consolidar su dominio que dura ya un siglo.