Al darse cuenta de que ha viajado por el tiempo, Lena está muy alterada, pero no debe moverse de la Escuela de Ballet de la Ópera de París por el momento. El padre de Henri, Victor, se dispone a llevarla de vuelta. Desafortunadamente, Victor no es el único que la busca. Tres peligrosos matones, los Recolectores de tiempo (Frank, Clive y Pinky) van tras ella para robarle un codiciado reloj que le regaló Henri. Ella tiene que tenerlo consigo si quiere volver a casa. En el Garnier, utiliza su entrenamiento en ballet clásico para mezclarse, pero su talento natural llama la atención de profesores y estudiantes y, lo que es más importante, de la directora de la escuela, Gabrielle Carré, lo cual irrita mucho a Thea. Thea siempre ha sido la reina de la clase y tiene a sus compinches, Bree y Kennedy, para demostrarlo. Y no está dispuesta a abdicar el trono. Por otra parte, una compañía de baile underground, el Blok, se está renovando para el nuevo año escolar y todos esperan recibir la ansiada invitación a la audición. Ser miembro garantiza subir de estatus social a aquellos que tengan la suerte de entrar. Ines convence a Lena de ir aunque no tenga invitación. Lena está sobrepasada por la ropa, la música y el DJ y sus grandes auriculares. Observa con asombro cómo Max domina la pista de baile. No puede dejar de mirar a Jeff y Dash contorsionándose de formas que nunca había visto. La pista de baile está abarrotada con chicos moviéndose al ritmo de la música. Lena está sorprendida por el talento en hiphop que han demostrado otros estudiantes y lo está disfrutando muchísimo hasta que la empujan a mitad de la pista. Está petrificada, así que Max, Jeff y Dash la ayudan uniéndose a ella, que baila entre los chicos. Finalmente, Lena se relaja, se deja llevar y baila como nunca antes lo había hecho. Le da vergüenza, pero se lo está pasando como nunca. Sin ella saberlo, los Recolectores de tiempo la observan desde lejos y urden un plan para alejarla de sus nuevos amigos. Al día siguiente, Lena comete errores garrafales en el taller de la señorita Gabrielle. No son culpa suya, ya que implican técnicas que no se enseñaban en 1905 y ahora son requisitos normales. Sin embargo, estos errores ponen en peligro su plaza en la escuela. Después de un día de infarto, Lena se entera de que ha sido aceptada en el exclusivo taller de Carré y las cosas por fin empiezan a tranquilizarse. Al menos hasta que Elena Grande, la verdadera estudiante que Lena ha fingido ser, llega para la audición.