Los funcionarios enfrentan resistencia tribal y un ataque sobrenatural al reabrir un túnel a través de una montaña que ha sido reportada como maldita.

El grupo se resguarda en las barracas, mientras misteriosas muertes y desapariciones continúan. Sirohi presiona a Puniya para que diga la verdad.

Un miembro del equipo es poseído por el espíritu de un coronel diabólico. Con las barracas indefensas y la amenaza acechando por dentro, el ejercito zombi se acerca.

Sirohi casi queda a merced de las órdenes del coronel. Los sobrevivientes se dirigen a la montaña de Betaal para un último enfrentamiento.