Ashley Collins está intentando escapar. Aunque fantasea con besar apasionadamente a otra chica de 17 años, en la realidad ella no tiene amigos. En la realidad, apenas se comunica con el mundo exterior. En la realidad, se corta. Los profundos cortes dejan grandes cicatrices en el brazo de Ashley, y las oculta con mangas largas. Ella siempre se oculta. Vincent, el terapeuta escolar, no logra hacerla hablar, menos aún ayudarla. La madre de ella, Stacy, está más preocupada por la botella y pasa el tiempo mirando una foto de su marido perdido… una pérdida de la que culpa a Ashley. Ashley cree establecer un vínculo cuando conoce a una chica llamada Vicky. Comparten un beso y se cortan las palmas mutuamente para compartir sangre. Pero a Vicky le resulta muy duro manejarlo y Ashley queda abrumada. Ashley siente que nunca se vinculará con nadie, y se distancia aun más. Pronto Ashley recibe burlas y golpes de sus ex “amigas” en la escuela por cortarse. Por más que Ashley intente escapar, no puede. Intenta escapar de los sonidos de Stacey y de los gemidos de su nueva aventura amorosa, Bill, que atraviesan la pared de su cuarto. Ella no puede ni siquiera escapar de los diabólicos avances de Bill, asimilando su dolor. Hasta que conoce a Candice. En una sala de chat, Candice hace sonreír a Ashley como nunca antes. Pronto se conocen y establecen un vínculo. Quizá Candice sea la salvación que Ashley necesita, pero conociendo el pasado de Ashley, ¿podrá volver a confiar en alguien?