El hombre de la celda
Brennan y Booth se dirigen a la prisión de Washington D. C. donde ha habido un incendio con víctimas. Investigan si el cuerpo calcinado es el asesino en serie Howard Epps, el rival de Brennan en prisión, cuyo cadáver ha aparecido calcinado e irreconocible. Sin embargo, lo que Brennan descubre le lleva a pensar que el cadáver no es Epps, sino un bombero de la ciudad al que Epps mató para fingir su propia muerte y así escapar de la cárcel de máxima seguridad en medio de todo el revuelo. Brennan y Booth visitan a la exmujer de Epps, Caroline, esperando que ella pueda darles alguna pista sobre su paradero. Sin embargo, se marchan con las manos vacías y preocupados por la seguridad de Caroline ahora que su exmarido anda suelto. Estos miedos se confirman cuando descubren que Epps ha vuelto a matar. Este enzarza a Brennan y a Booth en el juego del gato y el ratón, conscientes de que los tiene vigilados tanto a ellos como a las personas de su alrededor, y les va dando pistas que ellos intentan descifrar desesperadamente antes de que Epps se cobre otra víctima. Mientras Cam está con la autopsia de la última víctima de Epps, Booth le suplica que se olvide de los protocolos para ganar algo de tiempo y pasar directamente al siguiente paso. En contra de su buen juicio, lo hace, pero le rocían un veneno mortal que la hiere gravemente. La vida de Cam cuelga de un hilo y Booth, Brennan y el resto del equipo del Jeffersonian se apresuran para descubrir cuál es la sustancia que está matando a Cam y encontrar el paradero de Epps antes de que esta termine siendo también su víctima.