La Maldición de los Chippendales

En Los Ángeles a finales de los 70, las fiestas eran salvajes, la música disco era la reina y un club en apuros buscaba la próxima gran novedad. En este contexto irrumpe la compañía Chippendales; su variopinto equipo de bailarines convirtió el sueño Playboy para las mujeres en un espectáculo de striptease masculino explícito. Este fue el nacimiento de un fenómeno cultural que se montó en una ola de liberación social para convertirse en un éxito de la noche a la mañana con posibilidades aparentemente infinitas de fama y fortuna. Sin embargo, el éxito temprano desbocado también trajo consigo a personajes sórdidos que contaminaron la magia con el asesinato y marcaron la pauta para décadas de engaño.

El negocio de la compañía Chippendales crecía a medida que los cuerpos atractivos y las presentaciones atrevidas impulsaban la marca al público general. La compañía conquistó Nueva York con un espectáculo con entradas agotadas, y las estrellas se convirtieron en las favoritas de los programas de entrevistas, las películas y una gira con mucho éxito. Además, corrían los millones de dólares en mercadería, con abdominales y bíceps en los calendarios que adornaban las habitaciones de las mujeres en todo Estados Unidos. Sin embargo, también se estaba gestando una reacción moral negativa en el país cada vez más conservador de la década de 1980. A medida que aumentaba el saldo bancario de Chippendales, las protestas se intensificaban y se producía una oscura lucha de poder.

La fuerza impulsora detrás de la compañía Chippendales yacía muerta. Sin pruebas ni pistas, el caso de la policía de Nueva York se enfriaba. Sin embargo, el espectáculo debía continuar, ya que las mujeres de todo el mundo no habían tenido suficiente y llenaban los estadios en todos los continentes. A medida que los jugadores clave caían en una espiral de adicción y paranoia, el crecimiento global no era capaz de enmascarar los problemas que sacudían al núcleo del negocio. Por si esto fuera poco, las demandas en la ciudad natal del espectáculo amenazaban al club de Los Ángeles, donde comenzó todo, y a medida que se multiplicaban los grupos de baile imitadores, surgía por primera vez un rival serio y emergía otra trama mortal.

Con los imitadores dando vueltas y las demandas en aumento, la compañía Chippendales luchaba por mantenerse como la número uno, pero un plan venenoso se encontraba en marcha. Un informante secreto presentó una historia poco probable y el FBI dio comienzo a una operación internacional encubierta. Agentes se acercaban a los sospechosos y bailarines en todos los continentes, y casos que permanecían sin resolver volvían a la vida. A medida que la red se estrechaba, parecía que los autores intelectuales no se detendrían ante nada con tal de encubrir sus crímenes.