Amir Boutrous

Barry Al-Fayeed es un pediatra de California que resulta ser el segundo hijo de un dictador de Oriente Medio. Barry acepta a regañadientes volver a casa con su familia estadounidense para la boda de su sobrino. Las circunstancias lo llevan a las crecientes tribulaciones complejas y turbulentas de una nación que lucha para liberarse de un gobierno dictatorial.

Tras un atentado contra la vida de Jamal, Barry y su familia son devueltos al palacio, en donde a Barry le piden ser quien esté al mando mientras Jamal se recupera de sus heridas. Barry finalmente le confía a Molly que el último deseo de su padre era que se quedara a ayudar a su hermano a dirigir el país. Cuando la nueva esposa de su sobrino es secuestrada por un exuberante grupo de jóvenes que quieren hacerse un nombre entre los protestantes, Barry finalmente se da cuenta de que debe tomar cartas en el asunto. Su éxito dura poco cuando su tío, el general Tariq Al-Fayeed, no honra los términos de negociación y deja un camino de sangre como ejemplo para los protestantes. Entonces, cuando Jamal le confía a Barry que no está listo para ocupar el lugar de su padre, Barry se da cuenta de que ya no puede negar su legado.

Jamal, recuperado del atentado contra su vida, regresa al mando y convoca una reunión con todos los líderes para planificar la acción que tomarán en retaliación por el ataque en su contra. Desde la primera reunión, Barry se da cuenta de que su hermano no es el líder que debería ser en esta era de luchas y levantamientos, y que le debe a su padre, a su familia y a su país natal quedarse a ayudarlo, al menos por un tiempo. Los insurgentes vigilan de cerca los movimientos del gobierno mientras se reagrupan bajo un nuevo liderazgo. Mientras tanto, el general ataca con el fin de aplastar el levantamiento y enviar un contundente mensaje a aquellos que piensen en oponerse al régimen. Cuando Barry se entera de que el hombre arrestado y condenado a ahorcamiento público no fue la persona que inició los disturbios, intenta convencer a Jamal de que las tácticas del general solo producirán más violencia. Cuanto más Barry descubre la maldad que reside en su hermano, más se da cuenta de que debe hacer algo para cambiarlo, aún a expensas de involucrar a su propia familia. Jamal intenta convencer a Barry de que sus decisiones son válidas y que sus edictos son merecidos.

Barry se da cuenta de que su tiempo lejos no pudo cambiar la dura verdad de su pasado. Por lo que afronta, de mala gana, las acciones pasadas de su padre para determinar cómo aconsejar a Jamal, que está al frente de situaciones similares. Pero el pueblo no ha olvidado las atrocidades y, con Jamal ahora en el poder, temen regresar a los horrores de la dictadura. Aquellos que lo vivieron quieren olvidarlo, pero los corazones de sus hijos, ahora adultos, arden con fervor. Barry alienta a Jamal a mostrarles que no es un gobernante al que deberían temer, sino uno que ayudará a encontrar soluciones. Por supuesto, el general Fayeed no está de acuerdo y quiere que Jamal gobierne con mano de hierro. Molly comienza a ver la verdadera naturaleza del gobierno, al igual que el miedo y odio que albergan los corazones de la mayoría de la gente, por lo que cada vez se preocupa más por su bienestar y el de sus hijos. Intenta razonar con Barry sobre sus métodos, pero no puede negar que las situaciones complicadas y volátiles no tienen soluciones simples. Barry alienta a Fauzi a distanciarse junto con Samira del levantamiento. En cambio, Fauzi intenta convencer a Barry de unírsele.

Jamal está furioso por la reunión de Barry con el jeque Rashid, el líder de la oposición, pero Barry convence a su hermano de que unirse con el jeque ayudará a calmar a las masas y convence al jeque de usar su poder para traer la paz. El jeque le pide a Ihab que contenga a sus rebeldes para permitir que se den unas negociaciones pacíficas por el bien de todos. Aun estando enfermo, con congestión y ataques de tos, el jeque cumple, pero les da la impactante noticia de que, a cambio de la paz, su condición es una elección libre, abierta a cualquier candidato presidencial. Jamal accede, asustado. Tariq intenta tomar el mando de nuevo sugiriendo despejar la plaza por la fuerza, con armas y tanques; anticipa unos 2000 heridos y cientos de muertos de manifestantes en el proceso. Jamal le ofrece la oportunidad a Barry de proponer otra solución. Barry propone un plan y está más que convencido de que funcionará. Pero justo cuando la gente empieza a ver a Jamal como un símbolo de esperanza, los medios de comunicación masiva dan su versión de los hechos, poniendo a Jamal entre la espada y la pared. Tariq hace todo lo posible para desalentar cualquier transigencia; su insistencia crece cuando el jeque anuncia por televisión internacional que es Barry el que gobierna a espaldas de su hermano. Sus palabras resuenan en la mente de Jamal, creando dudas, miedo y obsesión… Pero está decidido a vencer a este enemigo a cualquier costo.