Participantes de todo el país y del exterior, llegaron dispuestos a impresionar a los asesores de Crandon Gastronómico y, sobre todo, a Lucía Soria, Sergio Puglia y Laurent Lainé, quienes integran el prestigioso jurado programa. En una intensa jornada, estos entregaron las 50 cucharas de madera que daban el pase a una nueva etapa.

Terminó la ronda donde los 50 aspirantes que habían obtenido sus cucharas en el macrocasting de la Plaza Independencia le presentaban sus platos al jurado. Treinta y seis de ellos obtuvieron sus delantales y pasaron a las pruebas de eliminación. La primera de ellas: cortar cebolla.

Una vez superada la emoción y el impacto de encontrarse en la cocina de MasterChef Uruguay, los aspirantes debían enfrentarse en el primer desafío: las cajas misteriosas. 14 cajas cerradas esperaban por los 18 competidores, que no sabían qué había adentro ni por qué había menos cajas que participantes.

En la primera parte, el Cuerpo Veterano de Blandengues de la Frontera de Montevideo recibió con pompas y honores a los participantes, que no podían creer lo que estaban viviendo. Pero no se trataba de una visita turística, los 17 aspirantes a maestro de la cocina que todavía estaban en la carrera debían dividirse en dos grupos.

El quinto programa de MasterChef Uruguay dejó momentos inolvidables. Los 16 participantes que todavía seguían en carrera debieron enfrentar una nueva modalidad de prueba, momentos de gran presión. En la primera parte, el jurado les planteó un nuevo desafío: trabajar en duplas, preparando un plato sin carne, con verduras como ingrediente principal y en tan solo 60 minutos.

Los 15 participantes que seguían en la competencia debían enfrentarse un nuevo desafío en equipos. Silvia y Sibila, que hicieron juntas el mejor plato del programa anterior, tuvieron el privilegio de ser capitanas y elegir a sus compañeros. A todos menos a Víctor, que una vez que los equipos estuvieron formados, fue el único participante que pudo decidir con cuál cocinar: rojo o azul.