T1, E1: 2008. Andrés Pajares es detenido en el bufete de sus abogados de Madrid, donde entró muy alterado disfrazado con una gorra y un bigote, un arma falsa y un 'spray' antiviolador. Es el último desvarío de una vieja gloria del cine que en ese momento era carne de cañón de la prensa del corazón. Un hombre al le costaba vocalizar y que se paseaba por los platós de televisión peleando con su mujer, con sus hijos, con todo el mundo. Pajares lo había sido todo en nuestro cine, pero lo cierto es que las nuevas generaciones lo conocieron de pronto así, como un personaje esperpéntico del corazón. Algo parecido sucedía con la que fue su pareja artística, Fernando Esteso, que también acudía a los platós del corazón por líos familiares. ¿Cómo había llegado a este punto uno de los actores más famosos de este país? Para entenderlo hay que viajar 30 años atrás. Cuando murió Franco, España decidió que había llegado el momento de pasárselo bien. El público quería reírse en libertad, y atreverse con todo aquello que había estado prohibido. En aquellos momentos, Andrés Pajares y Fernando Esteso eran dos de los cómicos más famosos de este país. Hacían cosas muy parecidas: imitaciones, cabaret, teatro musica televisión… pero además eran amigos, e incluso habían ido de vacaciones juntos. Eran dos tipos normales, dos "españolitos medios". En pleno destape, Mariano Ozores era el director de moda y en 1979 recibió un encargo muy concreto: la familia Reyzabal, propietaria de Izaro Films y de la mayoría de bingos de Madrid, quería hacer una película para poner de moda este juego. Ozores y Reyzabal aplicaron lo que las modernas plataformas de televisión llaman hoy el “algoritmo”: Si funcionaban por separado, tendrían que hacerlo también juntos. Así nació LOS BINGUEROS, uno de los mayores éxitos de la historia del cine de nuestro país, e inauguraba un fenómeno que no tendría parangón en nuestro cine.
