A Pepito lo castiga su maestra, la señorita Ramírez, obligándolo a escribir un texto sobre algún utensilio casero, Pepito compra una salsera a un “marchante” callejero. Pepito vive con su mamá y con su hostil padrastro Máximo. Al llegar a casa frota por casualidad la salsera, que resulta ser la lámpara de Aladino. El genio que sale de ella cumple el deseo de su amo Pepito. Interrogado por la maestra y el director de la escuela, Pepito cuenta la verdad, pero no le creen y le ordenan una composición aún más difícil sobre la reforma de los planes de enseñanza. Después de asustar a la criada Chuy con su súbita aparición, el genio concede también ese deseo a Pepito y el niño queda como un prodigio. Gracias al genio, Pepito da el triunfo a su escuela en una miniolimpiada infantil: gana el primer lugar en varias pruebas deportivas. Por sus malos manejos, Máximo debe una letra por 185 mil pesos a su buen socio en una fábrica de plásticos. El genio resuelve el asunto, pero Pepito no tiene más remedio que revelar a Máximo la existencia del genio. Pese a que el genio le da 200 mil pesos, Máximo quiere apoderarse de la lámpara para hacer mal uso de ella Al saberlo, Pepito huye con la lámpara y la tira a un río. Máximo se ahoga al tratar de rescatarla. Gracias al genio, llueve por fin en un ranchito dejado como patrimonio a la mamá de Pepito.
