Cuando los niños Darling son regañados por su mamá por la limpieza de su cuarto, vuelan a Nunca Jamás en cuanto pueden escapar. Pero lo que no saben es que Nunca Jamás puede ser muy diferente del mundo real en muchos aspectos, pero ahí también hay problemas de limpieza.

Wendy, Michael, John y Tiger Lily quieren darle a Peter Pan la mejor fiesta sorpresa de cumpleaños que pueda tener, y hacer que se dé cuenta de que crecer no es tan malo. Al inventar una historia sobre un tesoro en la cima de una montaña para mantener su fiesta en secreto, los piratas del capitán Garfio los escuchan y traman llegar al tesoro antes que Peter.

Una noche, mientras Wendy trata de dormir, oye a Michael quejarse, hablar y llorar dormido. Antes de que Wendy descubra qué pasa, Peter Pan aparece y les pide a Wendy, John y Michael que lo ayuden, ya que los Niños Perdidos desaparecieron.

Michael es un malcriado, molesta a todos en la escuela y en casa. Pero Michael le echa la culpa a Wendy, diciendo que ya nunca pasa tiempo con él. Para animarlos, Peter los lleva a Nunca Jamás. Mientras todos juegan en el árbol, Michael se escapa y se topa con Smee.

Una noche, cuando Wendy está triste y enojada, sus hermanos hacen todo lo posible por contentarla, pero sin éxito. Afortunadamente, el alegre Peter Pan aparece justo a tiempo para llevarlos a Nunca Jamás. Sin embargo, ni siquiera Nunca Jamás logra animarla.

En su libro sobre Nunca Jamás, John lee sobre el sable que le perteneció a Long John Pepper. La leyenda dice que quienquiera que lo encuentre, obtendrá un gran poder. John está determinado en encontrarlo. En Nunca Jamás, los indios organizan un festival e invitan a los niños Darling, a Peter y a los Niños Perdidos.