T1, E5: De vuelta a Fráncfort, Eva descubre que su padre ha sufrido un infarto y está en el hospital. Mulka es finalmente condenado por saber de la existencia de las cámaras de gas tras presentar nuevas pruebas. La madre de Eva, Edith Bruhns, es llamada como testigo de la defensa. Eva se entera de que sus padres denunciaron al acusado Mulka en 1943 por hacer declaraciones en contra del Estado. Eva deja su trabajo, corta el contacto con sus padres y se marcha de la casa de la familia. Se anuncian las condenas y están son sorprendentemente indulgentes. Eva viaja a Cracovia para ver a un peluquero judío de Auschwitz al que recuerda de su infancia. Le pide perdón, pero él se niega a perdonarla. Eva, más madura, regresa a Fráncfort y solicita ser intérprete en los posteriores juicios.
