T1, E3: La vida en la cima del mundo suele ser un sueño. Pero lo bueno no excluye las dificultades y, en la cúspide de la dinastía de los Yankees, a principios del siglo XXI, Derek Jeter tuvo que lidiar en ocasiones con problemas en mitad de su éxito sin precedentes, aunque el propio Jeter afirmaría que nada de esto tuvo nada que ver con él. Sin embargo, de primeras, en el campo, Jeter estaba en su mejor momento al tiempo que la dinastía de los Yankees se seguía consolidando en 1999 y en el 2000. Era uno de los mejores en la historia del béisbol y entre los líderes de la liga en promedio, hits y carreras anotadas. El monstruo de los Yankees luchó contra el equipo de los Red Sox en el 99, que no se lo puso nada fácil, en su camino hacia el dominio de la postemporada, acabando con los Braves de Atlanta para ganar el tercer título de la Serie Mundial en cuatro años. En el año 2000, a pesar de que flaquearon un poco a final de temporada, los Yankees se anotaron otro título y ganaron a los Oakland Athletics en la serie de división, siguieron con los Seattle Mariners en el campeonato e hicieron una Subway Series memorable, batiendo a los Mets en cinco partidos y consiguiendo otra Serie Mundial, nombrando a Jeter el MVP de la serie. Fue impresionante, aunque pareciera un hecho inevitable. Sin embargo, nada fue casualidad. Aparte de todo lo demás, Derek Jeter destacaba por su intensidad, su concentración, su competitividad y por el sentido de fidelidad que llevaba siempre por delante en cada relación que establecía, tanto en el juego como fuera de este. Y ninguna de esas relaciones se vio tan bajo el escrutinio como la que mantuvo con otra estrella del béisbol, Alex Rodriguez. Mientras que Jeter iba coleccionando anillos de Serie Mundial a finales de los 90, A-Rod emergía como el mejor jugador de béisbol del mundo. La narrativa decía que eran muy buenos amigos y todo sonaba bonito, hasta que A-Rod se sinceró en una entrevista para la revista Esquire y habló de Jeter diciendo que "había sido bendecido con gran talento a su alrededor" y añadiendo: "No hay que pensar que no puedes dejar que Derek te venza. No hay de qué preocuparse". Dichos comentarios crearon fisuras en la relación más analizada del béisbol. Todo en lo que Derek Jeter quería concentrarse era en ganar.