En el año 600 a. C., un marinero fenicio circunnavegó África y regresó por el Mediterráneo. Este viaje de más de 25 000 km marcó los primeros pasos en la exploración marítima y ayudó a la gente a comprender que la Tierra es vasta y no tan plana como habían pensado.

Dos siglos más tarde, el pequeño reino de Macedonia, liderado por su joven rey Alejandro, desafió al Imperio persa, que entonces dominaba el mundo. Desde Egipto hasta Oriente, sus sucesivas conquistas reflejaron la ambición sin límites de Alejandro Magno.

Quinientos años antes de Cristóbal Colón, un grupo de vikingos, liderados por Erik el Rojo, se embarcó en la búsqueda de las míticas tierras del Oeste. Descubrieron Groenlandia y sus descendientes continuaron la tradición descubriendo, entre otros lugares, las islas de Terranova.

A principios del siglo XIII, Mongolia encontró su maestro en Gengis Kan, quien unificó a su pueblo por primera vez en la historia. Proclamado kan y al frente de 100 000 jinetes, sacudió el mundo y estableció el imperio más grande de todos los tiempos...

Durante la tumultuosa época de las Cruzadas, Ibn Battuta, un joven bereber, emprendió una peregrinación a La Meca. Poco sabía él que su viaje duraría en realidad 29 años, que recorrería 120 000 km, atravesaría 44 países y que, de este modo, realizaría uno de los viajes más grandiosos jamás emprendidos.

300 barcos, cada uno de 120 metros de eslora, con una tripulación de 27 000 hombres. Esta era la flota imperial de «grandes juncos» que los chinos enviaron a la costa de África a partir del siglo XV.