Julia Fuertes acaba de divorciarse de Pedro, marido infiel y machista, y desentendido padre de sus hijos. Tras el reparto de bienes, Julia se traslada con su prole a su nuevo hogar y negocio. Pero lo que encuentra, lejos de ser un prometedor complejo, es una absoluta ruina que Pedro utilizaba para blanquear dinero: un minimarket sin existencias, un bar cochambroso, un taller mecánico abandonado y un hotel habitado por los mismísimos empleados, una pandilla acostumbrada a no hacer nada. En su intento por tomar el mando, Julia desaloja el hotel, ante las reacciones del personal, que no está dispuesto a abandonar sus privilegios adquiridos y ceder ante la nueva jefa. Pero Julia, además de inexperta en negocios, es una mujer de gran corazón, y, finalmente, readmite a sus “ocupas”. A Julia sólo le queda contar con el apoyo de sus peculiares hijos, porque está realmente desesperada.

A Pedro la presencia de Alma le pone los pelos de punta, al considerarla una mala influencia para su ex mujer y sus hijos. De hecho, ya ha empezado a temblar al comprobar que Julia, lejos de rendirse, se propone levantar el ruinoso Complejo.

Julia está desmoralizada y agobiada. Sus empleados, lejos de echarle una mano para poner a flote tan ruinoso negocio, se amotinan y piden una redistribución de las habitaciones. Sus hijos también se suman al motín exigiendo una habitación individual para cada uno, y Alma, que parecía cargada de buenas intenciones, no está en disposición de llevar ninguna a cabo; las resaca tras sus salidas nocturnas la está matando.

Unas prostitutas van a parar por casualidad al hotel de Julia. Los empleados ven una forma de ganar unas propinas facilitando a las chicas la discreción que necesitan para ofrecer sus servicios en las habitaciones del hotel. Julia no sabe nada e interpreta el aumento del negocio como un bendito capricho del destino. Pero, Pedro es mucho peor pensado e indagando llega a averiguar lo que sucede. Mientras tanto, Luis y Carmen salen a buscar una vivienda, pero la misión es imposible debido a los astronómicos precios y a la caradura de los caseros.

Paloma, la hija de Alma, hace un análisis financiero del caótico complejo y llega a la conclusión de que lo mejor será hacer una evaluación del personal para realizar algún despido. Por otra parte, se evidencia la incompatibilidad de caracteres entre Paloma y Alma, que mantienen una relación distante que Julia tratará de suavizar.

Genaro y Agustín, con la excusa de tener un centro de reuniones para la gente de la Tercera Edad, montan un bingo clandestino en el bar. Clandestino y fraudulento, porque haciendo trampas, se intentan forrar a expensas de sus colegas jubilados. Y todo sin que se entere nadie en el complejo.