Tras varios años intentando concebir un hijo, por fin ha llegado el momento que Eli e Ido estaban esperando. Al principio les preocupa celebrarlo, pero se rinden ante las buenas noticias.

Para poder pagar el proceso de gestación subrogada, Ido hace el último sacrificio, decide vender el pequeño bufete de abogados que ha construido durante años y acepta un trabajo en un gran bufete.

Buenas noticias: el feto está sano y crece a buen ritmo. Hen, Eli e Ido se sienten aliviados y emocionados. Los tres vuelven a casa en coche. Hen, sentada en el asiento trasero, recibe una llamada.

Hen está embarazada de 22 semanas y Eli se siente más excluida que nunca. Hen filtra sus llamadas, se niega a seguir sus consejos y, lo peor de todo, sigue acercándose a Ido.

Parece que la vida del bebé puede estar en peligro y Hen pasa la noche en el hospital para que la vigilen. Cuando Eli por fin llega, Ido quiere saber dónde ha estado.

Ha pasado una semana y Eli no ha vuelto a casa, mientras que Hen sigue viviendo en el apartamento con Ido. Incluso Uri se ha mudado, pero la situación es dura para todos.