The Accident

Polly Bevan es una esposa fiel, una madre dedicada y peluquera a tiempo parcial. Tras encontrar a su hija de 15 años, Leona, en la cama con un joven, manda a este salir por la ventana para que su marido, líder del ayuntamiento e importante figura local, Iwan, no se entere. Además, es el día de san David y todo Glyngolau se ha reunido para ir a correr. Iwan da un discurso a la multitud, conmemorando el pueblo y el futuro alentador que lo espera gracias a la reforma de la antigua planta siderúrgica, que creará mil empleos muy necesarios. Lo que no sabe es que su hija y sus amigos se han colado en la obra y han burlado al capataz, Alan Kethin, para hacer un destrozo. Al poco de empezar a correr, los vecinos oyen una explosión. Polly y sus amigas, Angela, Greta y Debbie (la mujer de Alan el capataz), van corriendo a la obra y ven cómo el edificio se derrumba. Cuando Angela recibe una llamada de su hija, Mia, se confirman las sospechas de que sus hijas están dentro. Los servicios de emergencia llegan mientras las familias siguen mirando sin saber si sus hijos están vivos. Dentro, vemos que Alan y otro hombre, Martin, intentan sacar a los adolescentes de entre los escombros. Martin lleva a Leona por la obra mientras otra sección del edificio colapsa a su alrededor. Leona oye a su amiga, Mia, gritando para pedir auxilio. El accidente se convierte en una noticia nacional y llega hasta las oficinas de Londres de la empresa constructora, Desarrollos Kallbridge. La vicepresidenta sénior y gestora de proyectos, Harriet Paulsen, pasa a la acción. Ignorando los consejos de sus superiores, decide ir a Glyngolau y dar la cara. La operación de rescate continúa y las familias están desesperadas. Debbie, que es sorda, se salta el perímetro para buscar a su marido en su despacho de la obra, pero los bomberos se lo impiden. La multitud se pone cada vez más nerviosa y Polly se ve obligada a calmar los ánimos para que los servicios de emergencia puedan hacer su trabajo. Las horas pasan sin que haya ningún progreso. Justo cuando Harriet llega a la obra, hay otro derrumbamiento. Polly ve llegar a Harriet y, delante de las cámaras de la prensa, se lanza a recriminarla, acusándola de recortar gastos en los costes de construcción. Unos gritos la interrumpen cuando las familias ven que se sacan cuerpos de los escombros. Algunos los meten en ambulancias, otros ya están en bolsas. Horas más tarde, en el hospital, las familias están al límite. Llaman a Greta y a Angela para que vayan a atender a los periodistas mientras Polly espera sin saber dónde está Iwan. Por otra parte, Debbie parece desesperada mientras deambula por los pasillos en busca de noticias de su marido. Finalmente, un neurocirujano, el doctor Whittaker, se acerca a Polly. Ella se teme lo peor y está a punto de derrumbarse, pero recibe buenas noticias. Leona ha sobrevivido, al igual que el hombre misterioso que la salvó, Martin. Polly busca a Martin para darle las gracias y ambos conectan de inmediato.

Seis días después del accidente, Debbie se despierta sola en la cama. Destrozada desde la muerte de Alan, visita el lugar del accidente, donde ve a su fantasma llamándola. Al darse la vuelta, ve a Angela observando cómo trabajan los inspectores de sanidad y seguridad. La policía centra la investigación en los niños, mientras que los abogados de Debbie dicen que solo conseguirán unos miles de libras como compensación. Angela coge las riendas de la situación y graba todo lo que hacen los inspectores de trabajo. Por otra parte, Polly ha conseguido que Iwan vaya al hospital a ver a Leona. Mientras espera, se encuentra al hombre que apareció en la vigilia. Polly da por supuesto que es un periodista y se deshace de él. Polly e Iwan hablan con el doctor Whittaker, que les dice que Leona está paralizada, pero que sus daños cerebrales, que le impiden hablar, deberían curarse con el tiempo. Iwan se queda hecho polvo al ver el estado de su hija. En Londres, Harriet se encuentra con que su propio equipo legal se muestra ofensivo y se enfrenta a ella. Han visto las imágenes de las cámaras, que revelan que la explosión la provocaron unas bombonas de gas que no estaban debidamente almacenadas y parece que Kallbridge podría ser responsable. En Glyngolau, Angela ha convocado a las familias a una reunión. Propone que intenten reunir toda la atención mediática posible celebrando los entierros en grupo para asegurarse de que se haga justicia con los responsables. Las familias tendrán que dejar de lado sus diferencias religiosas para que haya una sola ceremonia. Tim le ruega a Harriet que se dé cuenta de que Kallbridge la va a echar a los leones ahora que hay pruebas de negligencia. Sin embargo, se ha hecho con correos que muestran que Alan Kethin, el marido de Debbie, era el responsable de las bombonas de gas, y al ser un contratista independiente, dejaría a Kallbridge libre de culpa. Tienen que hacer pública la información cuanto antes. Tim quiere filtrar los correos, pero Harriet se niega. En el hospital, Polly espera mientras la sargento Hendricks interroga a Leona, que se comunica mediante un ordenador. Hendricks está consolando a Polly diciéndole que no van a acusar a su hija cuando Angela llama. El periódico ha publicado una filtración de Kallbridge que muestra que la culpa fue de Alan. Harriet está furiosa con Tim por desobedecerla. Se palpa la tensión entre Harriet y su jefe, Frank, que sospecha que la filtración vino del despacho de Harriet. Ella no está de acuerdo con la abogada que Frank ha elegido, Laura, cuya discapacidad parece un aspecto premeditado. En el hospital, Polly vuelve a visitar a Martin y su conexión se fortalece aún más. Debbie, desesperada, escapa de una marabunta de reporteros preguntándole por Alan y vuelve a la obra, donde la policía acaba reduciéndola. Una vez en casa, recibe la visita del director de una funeraria que le cuenta que Angela ha decidido que Alan no forme parte del entierro común. Debbie va furiosa a buscar a Angela.

Han pasado 15 semanas. Harriet se despierta junto a Tim, pero lo trata con frialdad al irse. En Glyngolau, el doctor Whittaker les dice a Polly y a Iwan que Leona está lista para volver a casa, aunque aún se está recuperando. Polly no se ve preparada. Iwan le resta importancia a la investigación cuando van de camino, pero Philip le ha dicho a Polly que es un momento clave para ellos. Una vez allí, Philip informa a las familias. Es difícil determinar quién es responsable del accidente, pero no hay duda de que gran parte de la culpa es de los adolescentes y de Alan. Si quieren incriminar a Harriet, el resultado tiene que indicar que puso vidas en riesgo a conciencia. Por suerte, los empleados de la aseguradora de Alan, que están junto a Debbie, han ido para representar sus intereses y harán lo posible por culpar a Kallbridge. El forense dirige los interrogatorios de una serie de testigos. El ambiente se caldea cuando la declaración de un médico sugiere que no fue la explosión, sino el derrumbamiento, lo que mató a la hija de Angela, Mia. Cuando Iwan declara, habla de la importancia del proyecto para el pueblo, pero evita el tema de la seguridad de la obra. Su intervención es buena, pero Polly lo observa atentamente. Angela, con los ojos llorosos, se da cuenta y se lo reprocha, pero Polly no comparte sus sospechas. Esa noche, Iwan vuelve a llegar a casa borracho. Aunque le molesta que Polly sugiera que se siente aliviado de haber terminado, consigue mantener la calma. Al día siguiente Harriet va a declarar. Responde cautelosamente a las preguntas de Ken sobre la calidad del acero, echándole la culpa al proveedor. Angela interrumpe enfadada, acusando a Harriet de tomarlos por tontos, antes de salir violentamente de la sala. La declaración de Harriet continúa y Ben, el abogado de Debbie, interviene y asegura que hay pruebas de que los correos filtrados provenían del despacho de Harriet. Ella lo niega rotundamente, pero titubea visiblemente. Tras la investigación, a Harriet le lanzan un huevo desde la multitud de gente protestando cuando entra a la oficina. Frank y ella se reúnen con Sora Tanaka, de la empresa japonesa que encargó la fábrica. Harriet, hablando en japonés y dejando en evidencia a Frank, le asegura a Sora que Kallbridge no es responsable y que van a averiguar la verdad sobre la filtración. En Glyngolau, Iwan y Polly llevan a Leona a casa. Deprimida, aunque motivada por su padre a ser ella misma, le hace un corte de mangas a un grupo de vecinos que aplauden.

Trece meses después del accidente, el juicio de la acusación particular está a punto de empezar. Polly peina a Angela mientras las dos están recordando, cuando Leona las interrumpe con un grito. Polly la calma para que vuelva a dormirse tras la pesadilla. Angela se muestra empática con las dificultades que vive Polly, pero eso no cambia las suyas. Está disgustada con Polly por no unirse al caso. Todo el mundo se prepara para el gran día. Laura le presenta a Harriet a su abogado, Gareth, y Polly ayuda a su hija a vestirse. Le dice a Leona que no hace falta que vaya a declarar, pero la chica está decidida: va a hacerlo por sus amigos. En el juzgado, Leona sube al estrado. Tras unas preguntas amistosas de Gema, la abogada de las familias, empieza a interrogarla Gareth. Hace una serie de preguntas agresivas, dejándola como una mentirosa que vandalizó la obra y causó la explosión. Al salir del juzgado, los reporteros acosan con preguntas a Leona, que se echa a llorar en los brazos de su madre en el coche. Más tarde, ya en casa, Polly escucha desde el pasillo cómo Iwan consuela a su hija con historias de su infancia. Pese al lazo cada vez más fuerte entre padre e hija, Polly se da cuenta de algo grave cuando oye a Iwan contar historias de delitos menores de adolescentes. No puede ignorar lo que, en el fondo, sabe sobre él. Polly abre la puerta y ve que Debbie le ha traído una tarta a Leona. Le pide a Polly que acuda al juicio, ya que tienen pruebas que creen que les harán ganar el caso. Pero Polly está furiosa con ellos por obligar a Leona a pasar por eso y le cierra la puerta. Mientras Harriet se está bañando en la piscina del hotel, se encuentra a Tim. A ambos los emociona volver a verse. Al parecer, Tim va a declarar y Polly va a verlo en el estrado. Todos están a la expectativa de pruebas que condenarán a Harriet, pero se llevan una sorpresa cuando Tim toma una decisión dramática y cambia su versión de los hechos, asegurando que Harriet no sabía nada de la deficiencia del acero. La acusación parece perdida y Polly se encuentra a Angela fumando en los baños, furiosa y desconsolada. Cuando Harriet se marcha con Laura, se entera de que ella mandó a Tim a su hotel. Su encuentro y el cambio de parecer de Tim fueron cuidadosamente orquestados por su equipo legal. Polly se lleva a Leona de paseo por el monte. Le habla de sus abuelos e intenta explicarle por qué su padre es quien es, pero Leona confiesa que sabe todo lo de los abusos. Las dos se echan a llorar, pidiéndose perdón por sus errores.