
T3, E6: Abril de 1945. La marea de la guerra en el Pacífico ahora se ha vuelto completamente contra las fuerzas imperiales japonesas. En una feroz y brutal campaña de isla en isla, los estadounidenses están ganando batalla tras batalla, ganando terreno rápidamente en su objetivo final de invadir Japón continental. Pero los japoneses deciden que la isla de Okinawa será su último bastión de defensa. Es un lugar estratégico clave para los estadounidenses, pero como territorio japonés, los japoneses lo defenderán a toda costa. Al aprender las lecciones de sus desastrosas defensas isleñas anteriores, los generales japoneses formulan un plan radical. En lugar de enfrentarse a las tropas estadounidenses en las playas de la isla, deciden construir una red de defensas y túneles tierra adentro que crean un devastador campo de batalla para las tropas estadounidenses. Lo que sigue es la batalla más sangrienta de la campaña del Pacífico, con algunos de los combates más brutales del siglo XX emprendidos por ambos lados. Como resultado, más de 77 000 soldados japoneses y 150 000 civiles de Okinawa mueren. Se necesitan más de diez semanas de lucha, pero finalmente, los estadounidenses toman la isla. Sin embargo, la batalla de Okinawa deja un legado más espeluznante: la tenaz determinación con la que los japoneses conducen su defensa convence al presidente Harry S. Truman de que una invasión de la patria japonesa será aún más sangrienta, por lo que decide dejar caer no una, sino dos bombas atómicas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Solo entonces se rinden los japoneses.