¿Cómo sobrelleva el resentido convicto Robert Stroud una vida de reclusión solitaria? La respuesta, en cierto sentido, llega desde arriba en la forma de un débil gorrión que encuentra en el patio de aislamiento. Stroud lleva a este nuevo compañero a su celda, lo cuida hasta que se repone, y desde entonces, no hay vuelta atrás. A pesar de haber hecho solamente hasta tercer grado, y de no tener esperanza de libertad condicional, Stroud se convierte en un renombrado ornitólogo y alcanza un gran sentido de la libertad y del rumbo en la vida tras las paredes de la prisión que muchos en el mundo exterior nunca conocerán.