Borgia

Para llegar a ser papa algún día, el cardenal Rodrigo Borgia maniobra hábilmente de un lado a otro entre reinos enemigos y familias influyentes. Reúne a sus hijos ilegítimos a su alrededor: Juan, César y Lucrezia. Al igual que Juan, César también quiere una carrera militar, pero Rodrigo tiene en mente un cargo eclesiástico para él. Para Lucrezia encuentra un marido de una familia influyente.

Durante la fiesta de compromiso de Lucrezia, Juan y César Borgia descubren un complot contra el viejo papa Inocencio y reconocen a su hijo ilegítimo Franceschetto como la mente maestra. Para salvar su vida, Franceschetto restablece un antiguo testamento del papa que beneficia a Rodrigo. Cuando el viejo Inocencio muere, comienza la lucha por su sucesión entre los cardenales.

Rodrigo envía a Juan a España y a César a Pisa para estudiar. Lucrezia, que sufre una fiebre alta, es atendida por su madre Vannozza. Mientras se producen discusiones en el cónclave, la amante de César da a luz a un hijo. Para obtener las bendiciones de Dios para Rodrigo y dedicar su vida a la iglesia, como es el deseo de Rodrigo, César abandona al recién nacido en la cima de una montaña.

Lucrezia ha sobrevivido a la fiebre. Su decisión está tomada, quiere hacerse monja. Para asegurar su elección, Rodrigo le promete tierras y cargos a los otros cardenales. Sforza será vicecanciller y su hijo se casará con Lucrezia. Rodrigo es elegido y lleva el nombre de Alejandro VI. César regresa con tristeza a la cima de la montaña. Pero no está donde lo dejó. Su hijo fue salvado.

Tras ser elegido papa, Rodrigo llena todos los puestos con su gente de confianza. Recién comprometido, Juan vuelve a Roma pero el rey español le ha negado su bendición para su matrimonio con María Enriques. Juan también fracasa como prefecto de la guardia papal. Mientras tanto, Alessandro Farnese le oculta a su amigo César que su hijo se ha casado.

De vuelta en Roma, César le advierte a su padre del complot en su contra. Rodrigo forja una alianza con las ciudades-estado italianas y asegura la paz con Nápoles al comprometer a su hijo Goffredo con la princesa heredera Sancia. Cuando atacan a la amante embarazada de Rodrigo, Giulia Farnese, este reconoce abiertamente a sus hijos y nombra cardenales a César y Alessandro.