Josué y su ejército se mantienen dando vueltas a las murallas de Jericó y le dice a Caleeb que, en la séptima, cabalgarán al sonido de las trompetas de los levitas. Mara está muy preocupada porque el ejército pueda atravesar las murallas.

Josué pide a Dios que le dé una señal y pide que también le dé confianza en sí mismo. El cielo se abre y Dios le dice lo que necesita oír. Los príncipes de Israel hablan entre ellos ya que dudan de la palabra de Josué al asegurar que Moisés está muerto.

Irú cuestiona a su padre por el liderazgo de Josué y piensa que no es el único con dudas al respecto. Una remembranza del poder de Dios a través de Moisés cuando abrió el mar y los hebreos pudieron ser libres después de 400 años de esclavitud.

A pesar de haberla amenazado de muerte y arrojarla desde lo alto de las murallas de Jericó, Rahab está con Tibar aunque de manera muy forzada. Tarik toma como rehén a Samara y quiere huir a cambio de su vida, Josué trata de negociar con él.

Josué es cuestionado por no haberse casado de nuevo y tener hijos a pesar de que es viudo y él explica su devoción a Dios y la conquista de Canaán. Los cananeos atacan la aldea de Josué, pero pueden defenderse, aunque con algunas bajas.

Josué habla con los líderes de todas las tribus para que seleccionen a sus mejores hombres, ya que comenzará la marcha para invadir y conquistar Canaán. Pero primero, Josué quiere enviar espías hebreos en Jericó y así afinar su estrategia de invasión.