
T3, E4: En los primeros tres años de la Segunda Guerra Mundial, el submarino alemán es el azote de la navegación aliada que cruza el Atlántico. Más veloz en la superficie que los barcos mercantes y capaz de sumergirse, el submarino puede superar fácilmente a un convoy y lanzar un ataque sorpresa. Después de la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles prohibió a Alemania construir submarinos, pero cuando Hitler llega al poder, renegocia el trato y comienza un programa de construcción. Al estallar la guerra en septiembre de 1939, Alemania tenía 57 submarinos. El comandante de submarinos, el contraalmirante Karl Doenitz ejerce presión para tener más. Hitler está de acuerdo, ya que ve al submarino como la clave para destruir los convoyes de transporte que entregan suministros a Gran Bretaña, lo que los llevará a rendirse por el hambre.