Eugenio despierta en una esquina de la ciudad con una borrachera y descubre una tetera de metal. La toma y manosea a ver si es de plata y, de pronto, se le aparece un genio que le ofrece tres deseos. Dichos los dos primeros, el genio desaparece y deja a Eugenio con la duda de si todo es un delirio alcohólico, pero más tarde descubre que los deseos le han sido concedidos de forma equívoca.