Los músicos que participan en este concierto, que permanecerían con Blakey durante más de cinco años, al igual que su director musical Wayne Shorter, que se fue en 1964 para unirse a Miles Davis, constituyen una de las mejores fórmulas nunca vistas por los Jazz Messengers. Art Blakey, sonriente y magistral, reina detrás de su batería y dirige con mano firme su pequeño mundo.
