Tras perderse en una vívida neurodanza ilegal, David vuelve a la realidad en un destartalado apartamento, junto a una madre completamente agobiada por el trabajo.

Con su nuevo y recién instalado implante, David se dirige a la Academia en busca de venganza. Sin embargo, pronto conoce a una misteriosa joven dispuesta a reclutarlo.

David busca convertirse en un edgerunner, un tecnológico mercenario al margen de la ley. Sin embargo, la omnipotente corporación Arasaka parece tener otros planes para él.

Ansioso por mejorar como edgerunner, David le pide a Maine que le asigne una nueva misión, pero, en su lugar, este decide encargarle a Lucy su entrenamiento.

Mientras el equipo traza una estrategia para su próxima misión, David propone un ingenioso plan. Pronto, sin embargo, los mercenarios se dan cuenta de que subestimaron al objetivo.

Maine empieza a perder el control de sí mismo, y el equipo debe trabajar contrarreloj para extraer la información almacenada en la cabeza de un importante prisionero.