Francisco, recién asumido Papa, afronta sus primeras decisiones, ataca la corrupción que aflige al Banco Vaticano y combate la mala imagen que tiene la Iglesia ante los sacerdotes acusados de pedofilia, aunque no todos estén de acuerdo.

Francisco intenta aplicar el valor de la piedad dentro de la iglesia aplicando tolerancia hacia los divorciados y los homosexuales. La curia conservadora romana, representada por el secretario de Estado del Vaticano, choca con Francisco en sus deseos.

Contra las recomendaciones de los cardenales y de sus allegados, Francisco viaja a Tierra Santa para oficiar una misa e invita a los presidentes de Israel y Palestina a iniciar un diálogo por la paz.