David Collins (Lee Ingleby) es absuelto inesperadamente por un tecnicismo tras haber cumplido siete años de una cadena perpetua por el asesinato de su mujer, Tara. En los escalones del juzgado, se promete hacer pagar a quienes mintieron en su juicio, ver al asesino entre rejas y, sobre todo, recuperar la custodia de sus dos hijos, Jack y Rosie. El veredicto es un jarro de agua fría para la hermana de Tara, Alice (Hermione Norris), y para su marido, Rob (Adrian Rawlins). No pueden tener hijos y han criado a los chicos como si fuesen suyos, y su amor hacia ellos es incondicional. El veredicto también descoloca al inspector Will Beech (Nigel Lindsay). Will dirigió la investigación inicial y le enfurece que se ponga en entredicho su competencia. Está convencido de que David asesinó a su mujer. Además, el veredicto parece ser especialmente problemático para el doctor Tom Wilson (Elliot Cowan). Sin embargo, para el hermano de David, Phil (Daniel Ryan) supone una gran victoria. Se ha pasado siete años defendiendo la inocencia de su hermano abnegadamente. Sin un duro, David se ve obligado a aceptar la caridad y hospitalidad de su hermano. El inspector Beech es apartado de la nueva investigación inmediatamente y reemplazado por la inspectora Cathy Hudson (Angel Coulby), quien, sin que lo sepan sus superiores, mantiene una relación con Beech. A medida que avanza su investigación y va descubriendo incongruencias, la relación de ambos se enturbia cada vez más. La exmujer de Tom, Louise (Christina Cole), le exige sin miramientos a Tom más dinero para la manutención de sus hijos, pero se nota que hay una amenaza implícita tras su petición. David, Alice y Rob, cada uno por su cuenta, buscan asesoramiento legal sobre la demanda de custodia de David. Quiere recuperar a sus hijos y se indigna al descubrir que el juez puede tardar meses en emitir un veredicto. De igual modo, Rob y Alice están decididos a impedir que le devuelvan la custodia, así que la batalla da comienzo y los niños no llevan nada bien la posibilidad de volver con su padre. Cuando David entró en prisión lo perdió todo. Su casa se la quedaron sus suegros, que la vendieron y usaron el dinero para comprarse una casa nueva para vivir con Jack y Rosie. La inspectora Cathy Hudson abre una investigación nueva, recluta a un pequeño equipo muy volcado y pide reunirse con David. David acepta sin mucho entusiasmo y, aunque Cathy le dice que sigue creyendo que es culpable, le pide que piense si se le ocurre alguien que pudiese tener un motivo para matar a Tara. Cuando Alice está poniendo la mesa para cenar, llama a Rosie y a Jack. Rosie baja absorta en el móvil, pero Jack no aparece por ninguna parte. Alice lo busca por toda la casa y se pone cada vez más histérica, convencida de que David se ha tomado la justicia por su mano y se lo ha llevado. Rob llama a la policía y Alice sale a buscarlo.

David Collins camina por una carretera larga y oscura. Cae la noche y está en el campo, la escena evoca una sensación de aislamiento y peligro, y el rugir del viento combina a la perfección con sus turbias emociones. Un poco más adelante, David ve algo que lo hace detenerse. Son las luces azules de un coche de policía que se acerca. David se aparta, pero el coche pasa de largo. Cuando el coche pasa a su lado, David ve una cara que lo mira. Es su hijo, Jack. De primeras, David se queda paralizado por el miedo, y luego se dirige al lugar de donde provenía el coche. Phil deambula por su modesta casa cuando se abre la puerta. Phil le dice a David que Jack fue allí en busca de su padre. David se disgusta por no haber estado allí. Phil le cuenta que Alice y Rob llamaron a la policía, que fueron a recoger a Jack. David se queda boquiabierto: “Soy su padre, ¿qué se creen que voy a hacerle?”. Enfadado, se dispone a salir, pero Phil lo detiene. “Llevas mucho esperando esto. No lo jodas ahora”. La policía lleva a Jack a casa. Dentro, Rosie escucha desde las escaleras la conversación de Alice y Rob con Jack en la mesa de la cocina. Rob está tranquilo, pero habla con firmeza: “No puedes irte así. Casi matas a Alice del susto, casi nos matas a todos del susto”. Jack no está interesado en discutir y Alice insiste: “Pase lo que pase, lo superaremos como una familia”. Las cosas no van mejor en casa de Tom Wilson. Está claro que no quiere hablar de su desagradable encuentro con David, pero su mujer, Melissa, no es fácil de engañar. Primero fue la visita de la policía, luego la de David, muy enfadado. ¿Qué está pasando? Tom le pide que confíe en él, que no pasa nada. Las acusaciones de David no son más que delirios de un hombre que se siente culpable. “Entonces, ¿dónde has estado esta noche?”. Mientras beben güisqui, Phil le pregunta a David por qué no estaba en casa cuando apareció Jack. “No quieras saberlo”, responde David sin mucho entusiasmo, rellenando el vaso. Phil le recomienda a David que descanse, pero cuando queda claro que dormir no es una opción, Phil cambia de estrategia. “Acábate la copa, necesito tu ayuda con una cosa…”. En el jardín, Phil y David hacen una pila con todas las cajas de material de la campaña “Liberad a David Collins” que acumuló en el cuarto de invitados. Lo rocían con parafina y David le prende fuego. Mientras las llamas iluminan la oscura noche, Phil le da un consejo sincero: “Tío, mira hacia adelante, no hacia atrás”.

Tom se despierta tras una noche de borrachera e intenta recordar lo que pasó. Melissa no responde a sus numerosas llamadas. Tras un paseo, Phil le confiesa a David que lo han despedido. Las cosas vuelven a parecer como antes cuando David le deja dinero para pagarle parte de la deuda que cree tener con su hermano. Sin embargo, ese dinero le sale caro. David vende su historia a un periodista sensacionalista al que solo parecen importarle los detalles morbosos de la aventura de Tara. La investigación policial se centra en Alice y en los motivos que podía tener para matar a su hermana. Se habían peleado porque Alice no podía devolverle las 20 000 libras que Tara le había prestado para un tratamiento de fertilidad, y habían intercambiado mensajes muy desagradables, lo que deja claro que se odiaban. Cuando se descubre que el coche de Alice tiene una multa por exceso de velocidad cerca de casa de Tara la noche que murió, Alice se ve obligada a confesar que el único que podía haber conducido el coche en aquel momento era su marido Rob. Aprovechando esto, Cathy interroga a Rob. Como lo pilla de improviso, Rob discute con Alice y le pregunta qué les ha contado para que lo incriminen. Durante el interrogatorio, Rob mantiene que esa noche fue a la farmacia por una urgencia. Dice que fue a por antidepresivos para Alice porque había salido esa noche con Tara y había vuelto borracha y enfadada. Claramente debería haberse cruzado con Tara pero él insiste en que no la vio. Cathy también quiere saber si Rob trabaja con cuerda en el astillero. Cuando admite que sabe hacer un nudo de mariposa, Rob se convierte en uno de los sospechosos principales. La investigación de Cathy revela tantos descuidos en la investigación inicial de Will que Hillman lo suspende por mala praxis, lo que amenaza con acabar con su carrera. De madrugada, Will revisa a escondidas los papeles del caso y al día siguiente discute con Cathy y le enseña una demanda previa al juicio que ella no había visto, una denuncia por acoso de una antigua novia de David. Cathy no sabe qué pensar y, según Will, eso demuestra una predisposición a la violencia contra las mujeres. Pero la chica le explica a Mari Luz en una entrevista que David es inocente.

El intento desesperado de David por ganar dinero para mantener a sus hijos y pagar sus deudas se tuerce cuando un periódico sensacionalista publica su historia con el siguiente titular: “Las vergüenzas de alcohol y sexo de Tara”. Jack y Rosie están avergonzados y David ha de disculparse con ellos para convencerles de que ha cambiado. Melissa vuelve a casa e recoger su ropa y se encuentra a Tom muy enfadado, impresionado por su frialdad al haber abortado sin consultárselo. Ella lo acusa de ser un mentiroso, de haberla engañado y, lo que es peor, de haber tenido una aventura con la mujer de su mejor amigo. Ella se marcha, y más tarde la exmujer de Tom, Louise, aparece en su trabajo para exigirle que le costee un abogado que la defienda ante una acusación de obstrucción a la justicia. Él la echa de la consulta y da un portazo ante la abochornada mirada de pacientes y compañeros. Luego sus compañeros lo suspenden hasta que obtengan las conclusiones de una investigación interna, y cuando llega a casa se encuentra con una demanda de divorcio. Tom está totalmente humillado y destruido. Cathy indaga en las vidas de Rob y Alice cada vez más, y el comisario Hillman insiste en que siga interrogando a Rob y encuentre pruebas tangibles que lo impliquen en el asesinato. La hora en que Rob pasó en coche por la estación donde Tara se bajó del tren, el odio que le tenía y el hallazgo en el astillero de lonas similares a las que se usaron para envolver el cuerpo de Tara respaldan la teoría de que es culpable. Sin embargo, se niega a firmar una confesión a pesar del duro interrogatorio, y cuando se descubre que sus lonas se compraron tras la muerte de Tara, lo ponen en libertad. Alice recoge a Rob en la estación, y mientras se consuelan el uno al otro comprendemos finalmente que la pareja es inocente. Cuando el comisario Hillman está a punto de marcharse de la oficina, abre un paquete con fotografías de David y Cathy abrazándose que sugieren una relación más íntima. Apartan a Cathy del caso a pesar de sus protestas y Mari Luz la sustituye. Cathy discute con Will, que niega haber enviado las fotos, y Cathy visita a David para explicarle el motivo de su suspensión. Cuando Cathy se dispone a marcharse, Phil le dice sin miramientos que no quiere que vuelva por allí. Cuando le pregunta por qué, Phil le dice que es lo mejor para David. A Cathy le parece raro el comportamiento de Phil y empieza a sospechar de él.

Sally Wright, profesora de 39 años, fue condenada por el asesinato de unos de sus alumnos más brillantes, Matty Taylor, con el que también se relacionó sentimentalmente. De la noche a la mañana, su vida se vino abajo. Perdió su libertad, su trabajo como profesora y su matrimonio se vino abajo. A los dos años de condena, su marido le pidió el divorcio.

La policía centra su investigación en Anna Stamp, tratando de entender por qué cometió perjurio en el juicio de Sally. El novio de Anna, Mark, se queda estupefacto cuando descubre accidentalmente la verdadera profundidad de la obsesión de Anna por el asesinado Matty. Ya sea por resentimiento o por auténtica rectitud, Mark la denuncia a la policía.