Pronto llegará un cargamento importante... supuestamente. La adrenalina de la vigilancia se convierte en una noche de trabajo con los peores compañeros posibles. Pero justo cuando todos bajan la guardia, por fin ocurre algo inesperado.

Marcello ha metido la pata y será sometido a una investigación interna. Por suerte, Achille lo preparará para la entrevista, y un misterioso ayudante podría arreglar la situación. A Dario le sale un nuevo socio, pero se trata de la última persona con la que querría trabajar: el sobrino del jefe. En la central, Perri le cuenta a Katia cómo acabó bajo observación. Habría sido mejor no decirle nada.

Dario y Toni tienen un problema que esclarecer: ¿dónde está el sobrino del jefe? Mientras tanto, Achille y Perri se topan con un problema de comunicación que sus compañeros no ayudan a resolver. Inesperadamente, una testigo podría echar una mano. Y así es como todos, por estar centrados en cuestiones personales, se pierden un detalle crucial de lo que ocurre en el puerto.

Marcello cree haber encontrado el modo de salvar su matrimonio. Perri intenta liberarse de una relación difícil que va a acabar salpicando a toda la comisaría. Mientras tanto, los gánsteres reciben una llamada que amenaza con precipitar los acontecimientos.

La policía, las operadoras y los gánsteres se ven obligados a enfrentarse a sus respectivos jefes. Pero ¿puede uno ser sincero con su superior o es mejor pasar desapercibido? Lo descubrimos a medida que la situación se va calentando cada vez más.

Decepcionados por sus carreras estancadas, nuestros protagonistas deciden bajar sus expectativas o ir a por todas. En mitad de todo esto, llegan la última noche de la espera y la esperanza de que esta vez, por fin, ocurra algo.