Cuando etiquetan a Patch O'Furr en una misteriosa publicación de redes sociales, debe enfrentarse a la espantosa realidad de que hay torturadores de animales escondidos a simple viste en el fandom furry. Los detectives furries peinan las pruebas y descubren que un popular Youtuber es uno de los sospechosos.

Un grupo de impresión en 3D conduce a un avance en el caso y los detectives furries consiguen su primera detención. Pero el cabecilla de los zoosádicos, conocido como SnakeThing, sigue campando a sus anchas.

No eran solo animales, también hacía daño a personas. Los autoproclamados Furvengadores deben luchar contra obstáculos jurídicos y ataques personales para atrapar a SnakeThing.

Un espantoso vídeo compartido en la comunidad furry, que comparte alguien de apodo Monster, tiene como consecuencia un trabajo de detectives justicieron a un nuevo nivel. Las pistas conducen a un lejano contenedor de transporte del interior de Australia, propiedad de un famoso muy respetado.