Gerd Heidemann necesita una auténtica primicia. Konrad Kujau necesita dinero y se le ocurre falsificar los diarios de Hitler. Heidemann consigue uno de ellos: es exactamente el bombazo que estaba esperando.

En busca de pruebas para demostrar la autenticidad de los diarios, Heidemann y su jefe de departamento viajan a Brammbach. Kujau deja a un lado sus dudas sobre Heidemann. Hans Stöckel no puede seguir ocultando su pasado nazi y Elisabeth intenta ayudarlo.

Heidemann necesita verificar la autenticidad de los diarios, y para ello recurre a Kujau. Para conseguir los derechos de los herederos de Hitler, Heidemann viaja a Boston, y mientras está allí recibe una sorprendente llamada.

Stern se dispone a vender los derechos internacionales de la historia. Clark, un magnate estadounidense de los medios de comunicación, suspende las negociaciones, lo que obliga a Heidemann y a Bloom a presentar un dossier sobre los diarios.

La próxima edición especial de Stern debe publicarse sin demora, pero en la redacción aún nadie sabe nada de los diarios. Kujau entra en pánico y amenaza a Heidemann para que mantenga su identidad en secreto. Gold provoca el caos en Stern.

Tras la publicación, Stern afirma que los diarios son auténticos; pero un informe de la Oficina Federal de Investigación Criminal resuelve el asunto definitivamente. Kujau se entrega y Heidemann se ve obligado a asumir su parte de culpa en el escándalo.