Frieden

Egon Leutenegger, de 32 años, vuelve a la Fiscalía Federal tras el servicio activo. En su primer día, el dedicado funcionario —de forma bastante grosera— detiene a un peón alemán en una granja. Durante el interrogatorio, este afirma ser un desertor, pero Egon no le cree. Pero el peón tampoco está en la lista de criminales de guerra buscados por los aliados. Egon lo acorrala y saca a la luz la verdad, con trágicas consecuencias. Johann Leutenegger, de 28 años, su hermano menor, se encuentra en un momento completamente distinto de su vida. Está a punto de casarse en el seno de la acaudalada familia Tobler y se le propone suceder a su suegro Alfred Tobler en el negocio familiar, la Frey AG Tuchfabrik, con la que Alfred también se casó en su momento. Sin embargo, el patrón no parece confiar realmente en su yerno. Cuando el consejero nacional Kägi le hace una visita sorpresa, Alfred presenta a su futuro yerno al político, pero lo excluye de la conversación posterior. ¿A qué se debe este secretismo? En la villa de los Tobler, la novia Klara, de 23 años, es instada por su madre Lisbet-Marie a ayudar en los preparativos de la boda, pero esto aburre y agobia a Klara. La profesora de formación preferiría ayudar en el cercano hogar de refugiados, donde se espera a los niños que sobrevivieron al campo de concentración de Buchenwald. Sin embargo, en su lugar llegan sobre todo adolescentes y jóvenes. A Klara se le encarga la tarea de clasificarlos por edades: a los niños se les permite quedarse, pero a los mayores hay que devolverlos. Los sobrevivientes del campo de concentración protestan. Acaban de escapar del horror y ahora quieren descansar por fin. O se quedan todos en Suiza o ninguno. En la boda de Klara y Johann, Alfred, el padre de la novia, sufre un colapso y, por consejo médico urgente, tiene que ir inmediatamente al sanatorio. Alfred informa a Johann del contenido de la conferencia secreta con el consejero nacional Kägi: el gobierno federal ha retirado un importante pedido de la fábrica de tejidos. Ahora la empresa se enfrenta a tiempos difíciles y a la pérdida de cientos de puestos de trabajo. Johann asume una gran responsabilidad: ¿podrá salvar la Tuchfabrik Frey AG?

Klara se enfrenta a una petición de los jóvenes residentes del hogar. Quieren clases en la escuela, porque muchos de ellos nunca aprendieron a leer y escribir, ya que estuvieron en el campo de concentración desde la infancia. Pero el director del hogar, Obrecht, se opone rotundamente. Supuestamente es porque no hay dinero para material didáctico. En cambio, Obrecht quiere imponer más disciplina a los jóvenes. Klara y su suegra Elsie deben aplicar estas medidas. Klara se da cuenta poco a poco de lo mucho que el campo de concentración ha traumatizado y dañado a los jóvenes. A ello contribuyen también las historias que le cuenta Herschel, un chico de su misma edad, con el que Klara establece un vínculo amistoso. En la villa de los Tobler, las actividades de Klara provocan conflictos con su madre, Lisbet-Marie, que cree que el Holocausto fue un cuento de hadas propagandístico. Ella le pide a Johann que prohíba a su mujer trabajar en la casa, pero él intenta otra cosa, algo que hace muy feliz a su esposa. El desprecio de su suegra no es el único problema de Johann Leutenegger, ya que ninguno de los bancos le concede un préstamo para su ambicioso proyecto de fibra sintética, con el que quiere asegurar el futuro de la empresa. Al mismo tiempo, su suegro le insta a que cancele el proyecto y se concentre en lo fundamental: reforzar las antiguas relaciones con los clientes y despedir a los trabajadores. Solo entonces Alfred se decide a curarse en salud. Pero Johann no se desanima tan fácilmente. Pide consejo al hermano de su suegra, el influyente abogado de negocios Carl Frey. Sin embargo, Carl se muestra escéptico, ya que las patentes estadounidenses son demasiado caras. Hay alternativas, pero Johann se enfrenta a otros obstáculos casi insuperables. Egon pasa las noches en la oficina tratando de averiguar más sobre el hombre de las SS, Kremser, que se suicidó ante sus ojos. ¿Por qué tenía Kremser tanto dinero encima? ¿Y qué papel desempeña el misterioso Wilhelm Scholz, que frecuentaba a menudo a Kremser y está en una lista negra estadounidense? Su superior ordena a Egon que llegue al fondo del asunto. Egon encuentra al escurridizo Scholz en un hotel de lujo, donde cree que está a salvo. Y parece estar en lo cierto, como se da cuenta Egon. Sus esfuerzos se ven repentinamente frustrados. Egon se pregunta: ¿quién está saboteando su investigación?

Por un pelo, una familia alemana harapienta es rechazada en el paso fronterizo hacia Suiza. El padre, la madre y la hija Schneider son rescatados en el último segundo por Carl Frey y Johann y conducidos a la villa Tobler, un valioso "cargamento". El padre Schneider posee una patente para la producción de fibras sintéticas, así que tal vez podría ser la salvación para la fábrica de telas. Pero hay un problema: la familia Schneider viaja con un nombre falso. Su verdadero nombre es Peters, y su padre fue miembro del Partido Nazi: ni siquiera se le permite estar en Suiza. Por lo tanto, Johann puede ser procesado por albergar a un nazi. Pero Peters tiene un as en la manga. La planta de producción de fibra sintética sigue en Alemania y solo él, Peters, puede hacerla pasar por la frontera. Johann quiere saber si está tratando con un criminal de guerra y avisa a su hermano. Klara ha establecido lazos de amistad con los jóvenes refugiados. Por eso se siente doblemente decepcionada cuando el director Obrecht anuncia que han robado comida. Solo los refugiados podrían ser responsables del robo. Cuando Klara ve a Herschel salir a hurtadillas de la cocina, sospecha de él y se lo comunica a Obrecht. Sin embargo, Herschel es inocente, el robo lo cometió otra persona. Pero Herschel tiene una buena razón para mantener el secreto. Confía en Klara. Tal vez ella pueda apoyar a Herschel en sus planes. Egon reprime todas sus necesidades personales. Por eso, durante una cita romántica con su compañera de trabajo Rosa, se echa atrás en el último segundo. Le resulta más fácil dedicar toda su energía a su trabajo. Conoce a Dorothy Rosenberg, una periodista estadounidense. Según ella, Scholz no es un inofensivo hombre de negocios, sino un criminal de guerra que entraba y salía de los despachos de Hitler y Goebbels. Rosenberg persigue el mismo objetivo que Egon: llevar a Scholz ante la justicia. Buscando pistas, Egon se encuentra en un dilema familiar.

Egon investiga ahora en secreto a Wilhelm Scholz y descubre durante una intervención telefónica ilegal que hace negocios con el abogado Carl Frey. Para horror de Egon, Scholz y Frey también mencionan el nombre de su hermano Johann durante una conversación. Sin embargo, el flamante patrón de la fábrica de telas Frey AG se defiende. Cree que Egon envidia su éxito. Egon replica que solo trata de protegerle. Johann se relaciona con gente muy peligrosa. Egon no tarda en comprobar este peligro de primera mano: Rosa y el funcionario federal son fotografiados en secreto. Cuando Egon quiere enfrentarse a los paparazzi, es derribado por ellos. Sin embargo, el funcionario federal no se deja disuadir de sus investigaciones. Se entera por un informante de que Scholz probablemente robó millones a las familias judías antes de ser enviadas a los campos de concentración. Johann ignora la advertencia de Egon y pregunta a Carl Frey quién es Scholz. El astuto abogado de negocios lo niega, pero saca sus conclusiones de la pregunta de Johann. Esto tiene consecuencias fatales para el fanático funcionario federal. Pero el ingenuo Johann no se lo espera. Para él, hay algo mucho más importante: su proyecto de fibra sintética podría lograr pronto un gran avance. Si tiene éxito, esto significará salvar la empresa familiar e innumerables puestos de trabajo. Klara acompaña a Jenkele a Ginebra, al CICR. El chico quiere saber si sus padres siguen vivos. Pero, por desgracia, no es así. Para consolarlo, Klara lleva al niño a la fiesta de cumpleaños de su madre, Lisbet-Marie. Allí se produce un escándalo y una discusión con Johann, que molesta tanto a Klara que comete una tontería fatal.

Malas noticias para los adolescentes del hogar. Se va a cerrar y los jóvenes tendrán que marcharse a Palestina. Esto provoca un gran malestar, ya que muchos quieren quedarse en Suiza, incluidos Jenkele y Herschel. Klara recurre al CICR y se encuentra desperdiciando energía. El contrito delegado lo resume: nadie quiere a los judíos en Europa, en Israel pueden ser libres. Jenkele parece tener suerte: el director del hogar, Obrecht, le ha encontrado unos padres de acogida locales. Pero Jenkele no quiere saber nada de eso. ¿Encontrará Klara otra solución para él? La suegra Elsie se da cuenta de lo unidos que están Herschel y Klara. Johann también se da cuenta de que Klara se está alejando y le pide que vuelva con él. Klara se niega. Se niega a volver a ser la esposa de Johann hasta que su marido expulse a la familia nazi Schneider. ¿Cumplirá Johann con esta exigencia? Egon enfrenta a Johann con una sospecha: Wilhelm Scholz robaba a las familias judías. Carl Frey ayudó a ocultar el dinero saqueado invirtiéndolo en la fábrica de telas Frey AG. Esto sería un claro caso de blanqueo de dinero. Carl le pide a Johann que pase por alto el origen potencialmente dudoso del dinero, en interés del futuro de la empresa. A Johann no se le ocurriría hacerlo. En secreto, le asegura a su hermano su apoyo: hay que detener a Carl Frey y a Wilhelm Scholz. Pero para ello, Egon necesita pruebas irrefutables. Las obtendrá en un bosque de la frontera.

Klara ha llevado a Jenkele a la villa de los Tobler para darle una sensación de seguridad. Pero eso no es suficiente. Cuando Klara le lleva el desayuno, Jenkele ha desaparecido. Klara sabe inmediatamente dónde buscarlo. Encuentra a Jenkele y se desmaya. Traen a un médico para que examine a Klara. El médico descubre que Klara está "en el camino de la familia". Esto debería ser un mensaje de alegría. Pero hace que Johann se sienta inseguro. ¿Es realmente suyo el niño? Egon, gracias a un encuentro con un informante holandés, tiene pruebas inequívocas de que Carl Frey hace negocios con nazis como Wilhelm Scholz. Una joya que perteneció a una familia judía asesinada conduce directamente al abogado. Podría haber muchos más bienes saqueados en la caja fuerte de un banco que pertenece a Carl Frey. Sin embargo, habría que realizar un registro domiciliario rápidamente, porque de lo contrario los bienes saqueados desaparecerían para no volver a ser vistos. Además, el socio comercial de Frey, Wilhelm Scholz, está preparando su huida a Sudamérica. Johann descubre que el dinero del exnazi Wilhelm Scholz ha sido blanqueado en Frey AG y que una contabilidad en la sombra ha funcionado a sus espaldas. Su suegro Alfred es quien está detrás. Le deja claro a Johann que, si denunciara el blanqueo de dinero a las autoridades, sería la ruina de la empresa. Pero la alternativa es igual de mala, porque si Johann siguiera haciendo negocios con los nazis, no solo su hermano Egon, sino también Klara, romperían con él. ¿Qué decidirá Johann?