Sonia Ledesma, inspectora del Cuerpo Nacional de Policía, llega a su nuevo destino: el Grupo de Desaparecidos que lidera el veterano Santiago Abad. Sonia ha pedido ingresar en esta unidad por motivos personales: su marido desapareció hace cuatro años. En su primer día, Sonia se enfrenta a la desaparición de una joven que parece haber abandonado voluntariamente su feliz vida familiar.

Sonia y Sebas investigan la desaparición de un niño de una lujosa urbanización de las afueras. El inspector al cargo centra sus sospechas en la interna y en su novio. Mientras, Rodrigo y Azhar trabajan en la desaparición de dos adolescentes, amigas íntimas pero pertenecientes a mundos y religiones diferentes.

Rodrigo y Sebas investigan la desaparición de un representante de joyería. Sus sospechas se centran en la pareja propietaria de una joyería donde el desaparecido fue visto por última vez. Por su parte, Sonia y Azhar evitan por casualidad el robo de un bolso.

Una familia entera desaparece sin dejar rastro. Han dejado los teléfonos móviles, la mesa puesta y los platos a medio comer. Sonia y Sebas investigan el entorno, empezando por el único miembro de la familia que no ha desaparecido, una adolescente que ha manifestado repetidas veces su deseo de ver muerta a toda su familia.

En una desolada urbanización de adosados, un niño desaparece cuando está jugando en la misma puerta de su casa. Ningún testigo, ninguna pista, solo un complicado entorno familiar que el Grupo 2 deberá desentrañar.

El hijo de Santiago, experimentado butronero, sale bajo fianza, acusado de un fabuloso golpe en una joyería. Santiago se hace cargo de la fianza y de su hijo, con quien retoma una complicada y dolorosa relación. Mientras, Sonia toma el mando de la unidad y trabaja en la desaparición de un adolescente con problemas de anorexia.