Sandokán y Yáñez se encuentran en un salón de la fortaleza escuchando atentamente cómo un pirata descifra unos signos escritos en una hoja de palma, que les revelarán cómo llegar a la tierra de los antepasados de Sandokán.

Sandokán y sus piratas se dirigen hacia Kin-Ballu, siguiendo las indicaciones dadas por Nasumbata antes de morir.

Sandokán vuelve en sí, encontrándose en una confortable y lujosa habitación en la casa de Lord James Guillonk. Se siente sobrecogido al escuchar los dulces acordes de una mandolina que llegan desde el jardín.

Lord James Guillonk viaja a Victoria, capital de Labuán, donde se confirman las sospechas del baronet Roshental, descubriendo la verdadera identidad de Sandokán.

De nuevo en Mompracem, Sandokán narra a Yáñez todas sus aventuras desde que su parao fue hundido, como llegó a Labuán, su encuentro con Giro-Batol, pero sobre todo, su gran amor por Mariana y su fiel propósito de volver a buscarla.

Sandokán y Yáñez, huyendo de Mompracem, navegan hacia Pantutarang con las naves y los hombres que les quedan.